Noticias Mindalia.- Un ecosistema exótico del Caribe ha reabierto el debate sobre la existencia de vida en otros planetas. Un satélite de Júpiter tendría condiciones similares a las existentes en citado conjunto de bacterias y crustáceos.
Este ecosistema descubierto en 2009 se sitúa frente a la costa occidental de Cuba, en uno de los campos de fumarolas volcánicas submarinas más profundos del mundo. Los descubrimientos realizados por el equipo de investigadores compuesto por Chris German, del Instituto Oceanográfico de Woods Hole (WHOI) en Massachusetts, Max Coleman, del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA en Pasadena, California, y Cindy Van Dover, de la Universidad Duke en Durham, Carolina del Norte, han sido tan relevantes para la astrobiología, que han contado con financiación de la NASA.
Crustáceos de la especie Rimicaris hybisae se amontonan entre sí y se arrastran sobre las chimeneas de rocas que sueltan agua caliente, alimentándose de la materia orgánica que producen las bacterias dentro de sus bocas principalmente.
Las bacterias de las fumarolas pueden vivir en ambientes extremos gracias a la quimiosíntesis, un proceso que no requiere luz solar y que implica a organismos obteniendo energía de las reacciones químicas.
¿Cómo han llegado a poder coexistir dos especies con estructuras tan diferentes? La propia naturaleza tiene la respuesta. La posición de los crustáceos justo en la frontera entre el agua oceánica normal y oxigenada, y el agua rica en sulfuro, de manera que ellos y las bacterias puedan coexistir.
El objetivo general de esta línea de investigación es ver cuánta vida o biomasa puede ser mantenida por la energía química de las fumarolas hidrotermales, ya que se ha demostrado que a pesar de la oscuridad del fondo del mar es factible la existencia de ecosistemas bastante complejos, misma situación que se podría dar en otros puntos del Universo, como en la citada luna de Júpiter.