Por Francisco Menchén Bellón.- En estos tiempos inciertos, desconcertantes y turbulentos que nos ha traído la pandemia nos encontramos inmersos en una realidad de cambios sociales vertiginosos (pensamiento híbrido, robot, metaverso, chatGPT…). Ante estas tecnologías, el mundo educativo requiere recuperar, consciente y urgentemente, una gran parte del espíritu creativo que se ha perdido. Para descubrir la nueva manera de estar en el mundo, el gran desafío que tienen las institucioness educativos es encontrar una alegría, una motivación, una estrategia y un entusiasmo que persista pese a los altibajos de la vida. Estos cambios se producen a tal velocidad que es fácil perder el ritmo a la hora de gestionar el futuro.
El caos global que estamos experimentando ahora, no es una coincidencia ni tampoco es algo casual sino tiene una causalidad: la civilización tal como la conocemos está llegando a su fin y está empezando a germinar una Nueva Humanidad, – no “nueva normalidad” como nos han venido diciendo -. Para superar esta distopia que estamos padeciendo, debemos dejar lo viejo y abrazar lo nuevo; debemos ser soñadores y aprender a movernos por espacios invisibles; debemos dejar de ser víctimas y empezar a ser creadores. Hay que asegurar que la existencia humana pueda seguir creando un futuro floreciente para las generaciones venideras.
Es urgente solucionar los problemas que acarrea esta sociedad distópica, como la que vivimos en la actualidad. En un mundo globalizado, hiperconsumista que vive de espalda a la naturaleza, es imprescindible promover una sociedad creativa entusiasmada, donde el ciudadano pueda vivir de acuerdo con su verdadero ser. Es tiempo de asumir la responsabilidad de nuestra vida, nuestro trabajo, nuestros proyectos y disolver los obstáculos que, en la mayoría de los casos, nosotros mismos hemos construidos.
¿Cómo se genera una sociedad creativa?
Generar una sociedad creativa es caminar hacia un horizonte justo, integral, y humano; es una oportunidad de llevar nuestra civilización a una nueva etapa de desarrollo evolutivo. La agitación planetaria que estamos experimentando no es un final, sino un nuevo comienzo, un nuevo germen que nos ofrece la posibilidad de dar a luz una sociedad creativa. Hay que asegurar que podemos seguir vislumbrando este tipo de sociedad que contemple sus características básicas, las denominadas 5 Ss: Sana, Sostenible, Sensible, Solidaria y Sinérgica.
Si creamos alumnos creativos, tendremos escuelas creativas, y por consiguiente pueblos creativos. Es a partir de estos primeros pasos cuando se puede conseguir una sociedad creativa. La materia prima de este proceso hay que buscarla en el niño y en la niña que se acerca a la educación infantil y ofrecerle una educación acorde con estos tiempos en continuos cambios; ellos deben ser educados de forma holística, es decir en sus tres dimensiones: corporal, mental y espiritual. La autorrealización llega cuando desde el principio de la escolarización se armonizan estas capacidades de forma coherente.
El éxito de una sociedad creativa estriba en vivir de acuerdo a nuestra verdadera naturaleza, no conforme al pensamiento de otros o los presuntos ideales que impone la sociedad. La felicidad de un ciudadano que vive en una sociedad creativa, o de un alumno que asiste a una escuela creativa, dependerá de saber utilizar al máximo los talentos que la naturaleza le ha dispensado. Hemos de hacer las cosas con pasión, por el placer de hacerlas, porque la excelencia es nuestro estilo, no por acumular más o por sobrevivir.
¿Cómo será la sociedad creativa del futuro?
Estamos ante el nacimiento de una nueva sociedad creativa, una brillante civilización y una cultura cosmopolita, donde compartir, cooperar y comprometerse han reemplazado a la codicia, la competencia y el egoísmo. En el nuevo escenario ha de predominar el arte de saber ser, saber compartir y saber crear tu propia realidad. Hay que rescatar el concepto de Homo creator, único camino para alcanzar la plenitud de vida.
Generar una sociedad creativa trae consigo transformar los actuales sistemas educativos y socioeconómicos, necesarios para afrontar los retos de una sociedad global e hiperconectada, donde han dejado de ser válidas las soluciones del pasado. Los problemas complejos que hoy tenemos encontrarán respuestas compartiendo información y conocimiento con los diversos actores que constituyen la sociedad. Sin compartir no puede haber justicia social, sin justicia no puede haber paz, y sin paz no puede haber futuro.
Posiblemente tendremos que empezar a cambiar la cultura de los centros docentes, empezando por Educación Infantil hasta llegar a la Educación Universitaria, y tener en cuenta que todo lo que hacemos – palabras, ideas, acciones, sentimientos y emociones – tiene un efecto sobre el entorno. Este comportamiento responde a la ley universal de causa y efecto: no existe acción sin causa, ni tampoco causa sin acción.
No podemos seguir viviendo en un mundo de ciegos porque se ahogan nuestros sueños. No podemos seguir viviendo una cultura de masa vacía porque nuestra dimensión espiritual desaparece. Nuestra civilización está perdida en el hacer y no sabe nada del Ser. La sociedad creativa del futuro deberá despertar nuestra espiritualidad y descubrir esa fuerza interna que supla a la debilidad humana; así alcanzaremos el yo superior que trasciende.
En este nuevo escenario la creatividad es insustituible