Por María José Luque Fernández.- Curiosidad, aquello que nos alumbra en el camino a la vida desde que nacemos y nos lleva de la mano a vivir experiencias, a sentir emociones, a descubrir universos que explorar.
Descubrirnos en nuestro continuo deambular ayudándonos a comprender, a entender, no sólo aquello que nos rodea, sino nuestro mundo interior, sólo así podremos crecer como seres humanos sin hacernos daño a nosotros mismos, a los demás.
Cada uno de nosotros somos únicos, irrepetibles, diferentes, mágico y a nuestro ritmo avanzamos, caminando por la vida.
Actitud, como cuando damos nuestros primeros pasos, nos agarramos a personas objetos y avanzamos y nos gusta y nos soltamos con valentía sin miedo para dar el siguiente.
Nuestra cara desborda alegría, sonrisas, nos embarga el entusiasmo, mañana correremos.
Esa es la actitud que nos debe alumbrar en el caminar continuo de nuestra vida siempre.
En aquellos momentos nos aplauden nuestros logros, después, es cierto, que a lo largo de los años, esos aplausos se van espaciando, a veces, se convierten en espinas.
Obstáculos que determinados sentimientos derivados de actitud de otras personas como, la envidia y el egoísmo se reflejan en nosotros buscando dañarnos, anular nuestra satisfacción por los logros conseguidos
En el verano me encontré con una compañera de trabajo después de un largo tiempo, años; no la recordaba y su comentario fue «yo a ti si, siempre con tu sonrisa y tu buena disposición para todo». Sirva sólo como referente que es cierto, que reflejamos, transmitimos nuestro estado.
En nosotros está el decidir con que actitud afrontar cada nuevo día.