Por Karmen.- Cada día vivimos como si estuviéramos cambiando nuestro alrededor, y no es cierto, sino que estamos viviendo una vida desde el exterior; en consecuencia con vá acorde a lo que sentimos de verdad, porque hay miedo, ese miedo inculcado desde hace tanto tiempo que no nos damos cuenta, ni recordamos quienes somos de verdad.
Aunque esto es realmente lo que ocurre, no nos damos cuenta ni somos conscientes de que es nuestro interior el que tiene que cambiar individualmente para que el exterior esté acorde con ese Dios interior que nos habla y no lo escuchamos.
Vivimos en lo que se llama «mundo material»; posesión, miedo de perder, tener cada vez más, y así va ganando partido el ego, que siempre está pendiente del tener y poseer.
El ser humano como especie es devastador, egoista, ególatra; solo se ocupa de él y mi casa, mi familia, mi coche, mi trabajo, y un largo etc…
Nuestra mente ha sido formateada desde hace mucho, desde nuestra infancia, la familia, la sociedad nos ha influenciado en todo lo que hemos vivido y vivimos, y nos hemos dado cuenta, alguna gente, de que estábamos equivocados en muchas cosas que creiamos a pies juntillas que eran así.
Cambiando nuestro interior, lograremos un exterior más positivo acorde en definitiva con lo que sentimos; observándonos desde dentro podemos cambiar lo que no nos gusta de nosotros mismos, y también aquéllo con lo que nos encontramos como espejo en los demás.