Esas voces que hablaban entre murmuros y pensamientos. Esos familiares que antes de fallecer me avisaban que se iban. Esos desconocidos que hablaban sin parar en mis sueños. Esas personas que aparecían de repente y parecía que las conocía desde siempre. Esa alarma que me gritaba sugerencias, advertencias e ideas, pero que mi ego no me dejaba escuchar con claridad. Esas presencias que pululaban por mi casa y algunas hasta me hablaban por las sombras de humedad de las paredes de la casa de mi infancia. Esa infancia…no siempre tan divertida y llena de rigidez y prejuicios parentales pero que me dejó tanta felicidad de meriendas con mis abuelos, desayunos completos que mi papá preparaba temprano antes de irme a la escuela y los cuentos interminables fantásticos de mamá , las canciones también con mamá de María Elena Walsh y las ansiadas vacaciones cada año.
Mi hermano, Andrés que antes de contaminarse con la realidad, hablaba con su hermanito muerto y todos pensaban que inventaba. Años más tarde, confirmaríamos que si era cierto. Tenemos un hermanito muerto.
Todos estos eventos, espirituales, o del más allá, o los Karmas que sonaban a castigos, tenían respuestas.
Pero pasó la adolescencia y aún no estaba claro. La temprana maternidad me dijo alto, hay que re adaptarse. Y esa fue el primer y mejor descubrimiento. Había vuelto a la tierra en mi vida número 356 a ser madre. Y lo fui 3 hermosas veces.
Pero pasaba el tiempo y seguían las dudas, las incertidumbres y las preguntas. Hasta que la vida me puso frente a mí a alguien con quien había compartido otras vidas, de diversión, delirio, viajes, lujuria y amor loco. Mi compañero y amor que está aquí conmigo. Él volvió a la tierra después que yo pero estábamos igual. Nos reconocimos al instante de vernos. Trajimos las mismas diferencias que teníamos en el pasado y por las que nos tenemos un amor odio muchas veces, pero es mi gemelo.
La intuición y la percepción, se empezaron a intensificar y crecía en mí la visualización. Me sentía más felíz y más crecía mi hambre de espiritualidad y cambio. Me fui sacando mochilas cargadas de ideas erróneas, de errores cometidos, de malos pensamientos. Me perdoné y perdoné a muchos. Casi a todos. Hice “delete” a todas las personas tóxicas que querían poner el gris en mi camino. Mi color siempre fue el vivo Rojo de mi abuela Jovita, quien me guía desde la luz para que siga abriendo los ojos. Mi abuela, a quien acompañé en soledad hasta su último día aunque ella ya no estaba ahí, pero su corazón latía. Mi abuela me heredó la fuerza de salir de la tormenta bien parada y sin heridas graves. Extraño a mi abuela. Hoy más que cuando partió.
Mis 3 hijos son mi fuerza pero no vivo de ellos porque no lo merecen, aprendí a vivir con ellos entendiendo que podemos estar juntos sin pegotearnos de forma apegadamente macabra. Son hijos no mascotas.
Aprendí a valorar la tierra, la madre que nos arraiga y que nos llena de pasión por la vida. Aprendí que en El Mirador del Lago hay partes mías porque mi abuelo Adán allá dejó sembradas sus risas y su hiper gigante corazón.
Una de las almas más unidas a mí, llega a su fin en esta vida de sigo 20-21. A él le tocó ser mi papá esta vez, en realidad yo lo elegí. Él es y fue mi orgullo. Él jamás me abandonó. Él jamás me castigó. Y hace unos años, entro en tristeza y yo ya empecé a darme cuenta que entre su tozudez y su caballerosidad, había decidido ser así. Lo pagó con su vida que se fue apagando de apoco. El dolor es de quiebre y es inevitable. Pero aceptar es indispensable para seguir escuchando, comprendiendo, creyendo y ayudando a aquellos que también quieren saber y creer. Papá es mi guía ahora también y está feliz porque tuvo la vida que quiso y siempre dio lo mejor de sí para nosotros y para sus amigos también. En otro escrito les voy a contar más de este hombre maravilloso que fue mi papá.
Y mientras voy llegando al hoy, al fin llega “ella” con su palabra justa, con sus confirmaciones, poniendo la iluminación en los puntos que aún no estaban claros. Ella, me confirmó quien soy, que estoy haciendo acá en la vida número 356, que necesito hacer y como continuar el largo camino que aún queda y hay lecciones por aprender. Ella, un poco ángel, un poco guía, un poco de otras galaxias, un poco humana, ella está llena de respuestas, ella ya lo sabe, ella ya estuvo en esos lugares, ella escucha con claridad las voces, ella las vé, ella tiene el canal limpio, ella siempre tiene una mano tendida para el que la necesite. Ella es simplemente Sandra, mi maestra y mi guía terrenal.
Y este no es el fin, sino el comienzo porque seguro voy a seguir descubriendo pero de ahora en más entendiendo que las voces del más allá son reales y confiables. Que lo lugares que me llaman en sueño, me extrañan, por eso los extrañé siempre sin haber estado nunca. Aquellas pirámides Atlantes que el Mar Atlántico guarda con celos, me hablaron claramente mientras pasaba las tardes sentada en la blanca arena de la isla Grand Bahama. El ser atlante que fui, aún guarda memorias en mis células y me trae flashes de aquella vida y de otras también. La claridad del agua turquesa me fortalece me llena de salud y de juventud. Y las voces me acompañan para que algún día yo también pueda ser significado para muchos caminos que andan sin saber muy bien hacia dónde.
Lia