Por Santiago Ramirez Cruz.- Quisiera ser voluntario de la risa. Militar en las filas de la alegría y repartir millones de sonrisas por todo el mundo.
¿Como podría hacerlo?, el mundo se me hace muy grande y yo soy tan pequeño.
Creo que puedo empezar por mi hogar, una mañana cualquiera, al despertar, levantarme , bajar a la calle le desearé unos buenos días a mi vecina del cuarto con una gran sonrisa, le parecerá extraño ya que ella tiene una cara digamos parecida el vinagre, pero no pasa nada, le sonreiré y le daré ese regalo.
Pero, ¿y si se ríe de mi?, ¿y si piensa que estoy loco o algo parecido?… creo que ahí radica uno de nuestros problemas, no somos amable y graciosos con los demás por miedo y los demás como un autentico espejo hacen lo mismo para con nosotros resultando ser un mundo serio y aburrido este.
Se que no todo es así, pero por que no ser un sonriente empedernido… bueno, tampoco hay que pasarse… ¿o si?.
Cuando llegue a mi trabajo miraré a mi jefa y le regalaré mi mejor sonrisa, no , puede pensar que quiero un aumento o que soy un pelota… que más da… que me despida si es necesario, por que he dicho que quiero ser un voluntario, voluntario de la risa.
Y cuando vaya a comer al bar de Manolo, en vez de hablar de problemas, de lo mal que está la cosa y de los políticos, le preguntaré con una sonrisa por su nieto recién nacido, que eso de ser abuelo por primera vez da mucha alegría y no centrarse en los problemas que nos regala el telediario a la hora del almuerzo, no , con una sonrisa de oreja a oreja ¡Manolo, felicidades por ser abuelo!
Ya por la tarde iré a ver a mi madre, y con mi mejor sonrisa le daré dos grandes besos, ¿como va la artrosis?, y ¿la espalda?, animo, animo que verás como mejoras y sonriendo le diré hasta mañana.
Cuando llegue a casa por la noche, lo haré con la felicidad de que he repartido algo que no cuesta nada, he regalado y entregado a mis seres más cercanos carga positiva y ganas de vivir… y dormiré tranquilo, sonriente hasta mañana.
Un abrazo.