A pesar del discurso triunfalista de determinados sectores empresariales y políticos que insisten en una supuesta recuperación de la actividad económica, la tozuda realidad nos sigue mostrando cómo demasiadas familias pasan graves dificultades no ya para llegar a fin de mes, sino simplemente para garantizar su propia alimentación. Pero siempre hay motivos para la esperanza, incluso en una situación tan dramática. Esperanza que pasa frecuentemente por la organización colectiva, como han hecho los miembros de la Despensa Solidaria de Majadahonda, mezcla de banco de alimentos y banco del tiempo que actualmente atiende las necesidades alimentarias de 45 familias, tanto de este como de otros municipios madrileños.
Familias españolas, marroquíes, peruanas, colombianas…con hijos pequeños, personas mayores o personas dependientes a su cargo: gente de muy distintos orígenes y circunstancias participan en la Despensa Solidaria, cuyo objetivo es tan sencillo como apremiante: proveer de comida a estas personas, las cuales se suelen encuentran en situación de desempleo prolongado o subempleo precario; tan precario que el sueldo ni siquiera les llega para afrontar los gastos del supermercado.
El funcionamiento de la Despensa Solidaria es tan sencillo que se resume en una sola frase, como bien explica a Noticias Positivas Esperanza Pineda, voluntaria del colectivo: “Nuestro lema es “yo doy, yo recibo”. Es decir, tenemos que aportar trabajo para poder recibir la comida”.
Su compañera Zinab El Harraq añade más información: “también quiere decir que cada uno ayuda de la manera que pueda. Hay personas voluntarias que colaboran aportando su trabajo a cambio de la comida. Otras no necesitan comida, pero aun así nos ayudan trayendo alimentos, ropa, etc. Otras ayudan difundiendo lo que hacemos por las redes sociales o yendo a los supermercados una vez a la semana para recoger alimentos. Cada una ayuda según sus posibilidades”.
Alimento a cambio de ayuda significa que no hablamos de caridad, sino de solidaridad y de trabajo en equipo. Lo cual permite a los voluntarios de la Despensa Solidaria sentirse útiles, pues es gracias a este trabajo, a su propio trabajo, por lo que logran su sustento. Un trabajo organizado y metódico, como relata Esperanza: “todos los viernes, a las 6 de la tarde, quedamos en un punto de encuentro y desde allí nos distribuyen a todas las personas para ir a diferentes supermercados a fin de recoger la comida”.
Zinab aclara en este punto algo muy importante: “es la gente que va a hacer la compra la que nos da la comida. No son los supermercados los que nos donan. De los supermercados solo obtenemos el permiso para entrar y hablar con la gente. Y a veces tampoco nos dan el permiso”, lamenta la voluntaria.
La comida donada se lleva al local que la Despensa Solidaria tiene alquilado en la calle Federico García Lorca número 6 de Majadahonda. Allí, una vez al mes, los voluntarios preparan paquetes de alimentos que posteriormente distribuyen entre las 45 familias beneficiarias. “Y hay más de 50 familias en lista de espera”, destaca Zinab.
Una demanda enorme, de momento inasumible para un grupo de voluntarios que no llega al centenar y que lleva apenas un año en funcionamiento. Motivo por el que tienen que estudiar todas las solicitudes para atender en primer lugar las más apremiantes.
En esta labor, los voluntarios no cuentan además con ninguna ayuda de las autoridades. Antes al contrario. “Ya nos han venido personas de Majadahonda, Las Rozas y Carabanchel derivadas de servicios sociales. Se supone que ellos son los que tienen que ayudar, pero así están las cosas”, protesta Zinab.
Laura Ayala, otra voluntaria de la Despensa Solidaria, añade con indignación: “Hemos solicitado al ayuntamiento que colaborara cediéndonos un local para no tener que continuar pagando el alquiler de nuestra actual sede. Pero siempre nos lo han negado. En cambio, si van familias allí a pedir ayuda, nos las han mandado a nosotros”.
De cara al futuro, las tres voluntarias esperan que el proyecto de la Despensa Solidaria crezca y vaya más allá del mero reparto de comida. Una de las metas es conseguir un huerto propio en el que cultivar al menos parte del alimento que requieren las familias.
“También nos gustaría abrir una bolsa de empleo y dar clases, por ejemplo para muchas personas que no saben castellano. Y cuidar niños, porque conocemos los casos de mucha gente a la que le gustaría colaborar con nosotros, pero no pueden porque tienen niños pequeños y no cuentan con nadie que se pueda quedar con ellos”, apunta Zinab.
Queda mucho por hacer, sin duda, pero estas personas ya han logrado lo más difícil: no dejarse vencer por las dificultades y plantarle cara a la adversidad a través de la organización colectiva. Se llama empoderamiento, que no es otra cosa que la recuperación de la dignidad por parte de un grupo de personas que deciden convertirse en las únicas protagonistas de su propio destino. El sueño de un futuro mejor construido en primera persona del plural.
DATOS DE CONTACTO:
http://despensasolidariaenmajadahonda.blogspot.com.es/
Imagen: Logo de La Despensa Solidaria.